Consecuencias de la Pandemia por COVID-19: El síndrome de la cabaña
El pasado 14 de marzo España entró en estado de alarma por la crisis sanitaria del COVID-19 y se dictó el confinamiento para la población. El haber tenido que enfrentarse a una situación desconocida y tener que encerrarse en casa de forma forzosa seguramente haya hecho experimentar intensos niveles de ansiedad a gran parte de la población. Tras más de dos meses de cuarentena está empezando el desconfinamiento con sus respectivas fases de desescalada. Al principio del confinamiento nos resultó difícil encerrarnos en casa. Sin embargo, nuestro cerebro es capaz de adaptarse, adoptamos rutinas y éstas nos sirvieron para aguantar y resistir. Ahora, con el desconfinamiento, viene el miedo, la incertidumbre, qué pasará con nuestros empleos, en las calles… Con el desconfinamiento también surge la posibilidad de salir según las medidas pautadas por el gobierno pero existen personas que a pesar de poder, prefieren no hacerlo y así nace el síndrome de la cabaña.
¿Qué es el síndrome de la cabaña?
El síndrome de la cabaña proviene del concepto cabin fever que surgió a principios del S.XX para describir un tipo de estado mental que consiste en la aparición de un miedo intenso a cambiar de entorno tras un tiempo prolongado de encierro.
Cuando hablamos de síndrome de la cabaña, la cabaña correspondería al hogar en el que se siente como el único lugar seguro del que no se quiere salir.
Se trata pues de una tendencia al aislamiento dentro de un entorno conocido. La persona se siente dominada por el miedo a salir a la calle, por el miedo a tener contacto con cualquier persona de fuera de su casa, por el temor a realizar cualquier tipo de actividad que suponga salir de casa incluso antiguas actividades que formaban parte de la rutina como el trabajo, coger medios de transporte público o relacionarse con su antigua red social.
Las personas más predispuestas a sufrirlo son las personas mayores, las personas con hipocondría o que sienten rechazo social.
Ante esta situación de crisis sanitaria que no se ha resuelto del todo, es natural que existan miedos, temores y ansiedades y es necesario conocer los síntomas de este síndrome para saber en qué momento dichos miedos se convierte en un problema. Es importante saber que no se trata de un trastorno que figure en los manuales de psicología.
¿Cuáles son sus síntomas?
- A nivel físico: alteraciones en los patrones de sueño (mayor frecuencia de siestas duraderas, sensaciones de cansancio y letargo).
- A nivel cognitivo: dificultad para la concentración, déficits de memoria.
- A nivel emocional: sensación de nerviosismo, síntomas depresivos y ansiosos, sensación de desasosiego y enjaulamiento, frustración, angustia y temor.
- A nivel psicológico: falta de motivación (presencia de desgana, gran esfuerzo para realizar tareas cotidianas, sobre todo que impliquen salir al exterior), excesivo miedo a salir, retomar la rutina y relaciones sociales.
¿Qué puedo hacer para aliviarlos? Pautas a seguir:
De forma general es importante tener en cuenta:
En primer lugar, es importante que la persona vuelva a salir. Es imprescindible hacerlo de forma gradual para que uno mismo pueda regular lo que necesita y en queé medida es capaz de conseguirlo. Por ello, se debe implementar una nueva rutina que no evite las salidas y empezar a dar pequeños paseos en los horarios permitidos aunque se crea que no los necesite. El hecho de salir y exponerse a la calle, al ruido, a las personas desconocidas, le va a permitir entrar en contacto con la realidad del exterior de forma gradual. Podrá retomar paseos por las calles de su barrio que lleva tanto tiempo sin ver y podrá emplear esas salidas en realizar algo que le agrada o que le pueda aportar una leve sensación agradable. Ya sea el sol en la piel, o el contacto con algo de naturaleza como un parque o el mar. Si asocia la salida, que le genera malestar con una consecuencia de placer (dentro de las posibilidades existentes) es algo más fácil que repita la experiencia al día siguiente.
En segundo lugar, la persona debe recordar que existen protocolos de seguridad sanitaria establecidos, como el distanciamiento social, el uso de mascarilla y guantes que le ayudarán a seguir sintiéndose seguro en los paseos rutinarios mencionados anteriormente.
De forma más específica es importante tener en cuenta:
- Ponerse objetivos realizables: conforme el desconfinamiento avanza, debe retomar de manera progresiva las actividades de la vida cotidiana. De forma que empecemos a exponernos, primero, a aquellas situaciones que nos generan menor ansiedad hasta habituarnos.
- Diseñar una rutina: en la que no haya demasiado tiempo inactivos (siestas largas, excesivo tiempo en el sofá o cama…). Es necesario establecer una rutina marcando unos horarios básicos para dormir, levantarse, la higiene personal o comidas. Importante también planificar actividades que impliquen salir al exterior. En esta rutina es importante que realice ejercicio físico para evitar la inactividad, es muy recomendable la realización diaria de ejercicio físico. Del mismo modo que debe mantener contacto social: fomentar el contacto social, a través de redes sociales (videollamadas, mensajes…) y cuando se permitan actividades sociales, exponernos progresivamente a ellas.
- Expresar las emociones: es importante que podamos transmitir cómo nos sentimos a aquellas personas que son importantes para nosotros. Es también relevante no invalidar las emociones negativas que podamos experimentar: tristeza, desasosiego… puesto que a pesar de ser incómodas, son totalmente necesarias.
Recuerde que esta situación que estamos viviendo es excepcional y no hay una sola forma correcta de superarla. Si siente que le genera malestar la idea del contacto con el exterior es importante buscar ayuda. Dejarse acompañar es responsabilizarse y ser generoso con uno mismo. Recuerde que en estos momentos es importante escucharnos y atender a nuestras necesidades.
Nathalie Descalzo Grée.
Psicóloga Ayudante. Top-Psicólogos (Granada)
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