Hipocondría
¿Qué es la hipocondría?
Lo que comúnmente hemos conocido siempre como hipocondría o hipocondriasis, en la actualidad, los profesionales de la salud mental, lo denominamos, Trastorno de Ansiedad por Enfermedad (TAPE).
Este cambio de nombre viene a hacer más específica su definición, incluyendo así a todas aquellas personas con una preocupación o miedo excesivo a padecer una enfermedad. De esta manera se elimina la confusión que existía con aquellas personas cuya preocupación gira en torno a padecer un síntoma concreto (Trastorno Somatomorfo) y con aquellas que, padeciendo una enfermedad física objetiva, padecen un problema de ansiedad derivado de su condición médica (Trastorno Adaptativo).
Así pues, en el Trastorno de Ansiedad por Enfermedad, puede haber algún síntoma, pero la ansiedad derivada sería desproporcionada. Incluso se diagnostica existiendo algún tipo de enfermedad cuya entidad no sea de elevada importancia, siendo la idea de estar terriblemente enfermo excesivamente relevante. Además, suelen interpretar cualquier señal o sensación física como si de un síntoma grave se tratara. Las molestias informadas por estos pacientes tienden a ser vagas, variables y generalizadas, siendo el dolor el síntoma más referido, aunque también son muy habituales las quejas acerca del funcionamiento cardiorrespiratorio e intestinal.
Las personas con trastorno de ansiedad por enfermedad se alarman fácilmente con las enfermedades, al oír que alguien se ha puesto enfermo o al leer noticias sobre historias relacionadas con la salud.
Su preocupación por la enfermedad no diagnosticada no responde a la certeza médica, las pruebas diagnósticas negativas o a un curso benigno. Los intentos, del médico de tranquilizar y paliar los síntomas, generalmente, no alivian la preocupación del individuo y pueden aumentarla. La preocupación por la enfermedad ocupa un lugar destacado en la vida de la persona y afecta a las actividades cotidianas, e incluso puede dar lugar a una invalidez. La enfermedad se convierte en un elemento central de la identidad del individuo y de su propia imagen, en un tema frecuente de discurso social y en una respuesta característica a los eventos estresantes de la vida.
Los individuos con este trastorno a menudo se autoexaminan, investigan en exceso sobre su sospecha de enfermedad y buscan el consuelo de la familia, los amigos o los. médicos. Esta preocupación incesante a menudo se vuelve frustrante para los demás y puede dar lugar a una considerable tensión dentro de la familia. En algunos casos, la ansiedad conduce a la evitación de situaciones o de actividades (p. ej., el ejercicio), ya que estas personas temen que puedan poner en peligro su salud.
Como la mayor parte de los problemas emocionales, la hipocondría tiene un origen aprendido. Es decir, en algún momento de su vida la persona empezó a ver sus dolores o sensaciones como síntomas. Poco a poco, fue asociando las sensaciones físicas con peligro. Es lo que en psicología llamamos condicionamiento clásico o aprendizaje por asociación.
Una persona con una excesiva preocupación por la salud, presenta los pensamientos y sensaciones anteriormente comentados. Para cortar esa ansiedad o malestar realiza una serie de conductas que llamamos escapes o evitaciones. Éstas pueden ser mirar en internet, ir al médico, preguntar a su madre, tomar ansiolíticos, no hablar de enfermedades…
A corto plazo, esas conductas generan un alivio. A largo plazo están siendo lo que mantiene el problema. Si las realizamos nuestro cerebro no puede desconectar sensación física=peligro y además no comprobamos que lo que tememos no sucede. A este proceso lo llamamos “trampa de la ansiedad”.
Sentir ansiedad es algo adaptativo ya que nos protege de situaciones peligrosas. Por este motivo, nuestro organismo la activará cuando “salte la alarma”. Por ello, cuando tenemos pensamientos tan negativos sobre los “síntomas” es muy difícil no realizar las conductas de seguridad.
¿Cómo podemos ayudarte?
Desde la psicología conductual podremos ayudarte en los dos componentes que integran este problema.
Por un lado los pensamientos que aparecen en la hipocondría suelen ser: “seguro que es una enfermedad grave”, “seguro que es un tumor”, “seguro que es un infarto”, “seguro que los resultados médicos son negativos”, “seguro que el médico se equivoca”…
Evidentemente, cualquier persona que tenga este tipo de pensamientos sentiría una gran ansiedad.
En general, estos pensamientos que nos hacen daño vienen de manera muy extrema, en términos de todo-nada, siempre-nunca. o es blanco o es negro. Por ello nos generan emociones muy fuertes y difíciles de controlar.
Te ayudaremos a identificar este tipo de pensamientos para después ver que estamos dando una probabilidad del 100% a que el “síntoma” sea algo grave, y esa gravedad también será del 100%. Por ejemplo, asumimos que el dolor de cabeza es algo malo, ese “algo malo” es un tumor y ese tumor será mortal.
En la consulta, mediante la terapia cognitiva, te enseñaremos una manera sistemática de ir quitándole fuerza a esos pensamientos.
Por otro lado, los pensamientos que hemos comentado anteriormente nos aportan ansiedad y, como hemos explicado, si aparece la señal de alarma, nuestro cuerpo pondrá en marcha una serie de conductas para “ponernos a salvo” y cortar esa ansiedad.
En el momento en el que los pensamientos tengan un grado de credibilidad más bajo, podremos empezar a dejar de hacer esas acciones que como hemos visto son las que están manteniendo el problema.
Anticipación: El temor ante la incertidumbre, enfermar de gravedad en el caso del hipocondríaco acaba resolviéndose a menudo anticipando los escenarios posibles. Piensan que previniendo el “peligro” podrán solucionarlo. El problema es que, de esa manera, estaremos constantemente adivinando el futuro y temiendo algo que tiene una probabilidad muy baja de ocurrencia.
Atención focalizada: la persona con hipocondría centra su atención en las sensaciones de su cuerpo. Esto puede hacer que aparezcan “síntomas” nuevos. Por ejemplo, ahora mismo no estás notando tu pie derecho, pero si te pido que le prestes atención, empezarás a notar cosquilleo, que te aprieta el zapato, alguna herida…
Comprobación: una de las conductas que alivia la ansiedad que producen las sensaciones es la de comprobar “que no es nada”. De este modo, la persona con hipocondría se mirará en el espejo, se tocará la zona que piensa que está afectada, revisará partes de su cuerpo para cerciorarse de que siguen igual, etc.
Re-aseguración: por los motivos anteriores, una conducta típica es la de preguntar a algún familiar sobre los “síntomas”, buscarlos en Internet, llamar al médico o ir al hospital.
¿En qué consiste la terapia psicológica de la hipocondría?
Con el único tratamiento para este problema denominado eficaz propondremos un protocolo de intervención ajustado a las necesidades de cada persona y cada problema concreto. Las directrices que seguiremos para elaborarlo serán:
Psicoeducación: El conocimiento del problema y la toma de conciencia del mismo, es el primer paso para una recuperación eficaz.
Autoprohibiciones: Será necesario que nos concienciemos a nosotros mismos, de que existen una serie de conductas que debemos extinguir de nuestro repertorio, por ejemplo, las conductas comprobatorias como acudir al médico, mirar en internet, etc.,
Terapia cognitiva: mediante técnicas como la reestructuración cognitiva, pruebas de realidad, discusión de los errores cognitivos, etc., se tratará la certeza mantenida en los pensamientos irracionales.
Exposición: Bien sea con Desensibilización Sistemática o con inundación, dependerá de la persona a tratar y su problema concreto. Una vez que el grado de certeza en las creencias se haya reducido, nos expondremos a las conductas desadaptativas que se realizan para paliar la ansiedad.
Caso Ficticio
Se presenta un hombre de mediana edad con su pareja. Su madre falleció de manera repentina hace un año. Padecía un cáncer de estómago. Acudió en numerosas ocasiones al médico por dolor, pero nunca fue derivada al especialista por el médico de atención primaria. Únicamente cuando su dolor fue insoportable fue cuando acudió por urgencias al hospital donde ya descubrieron una metástasis importante e imposible de tratar. Falleció a las 3 semanas.
Afirma que, desde entonces, que él también padece del estómago, que no es un dolor muy fuerte pero que se “nota” todos los días. Está muy nervioso, acude al médico, donde siempre le dicen que no es nada de importancia, pero él no le cree, afirma que su madre empezó así y no le hicieron caso. Dice que tiene cáncer también y que nadie le cree. Afirma que acude a nuestra consulta por las continuas peleas con su pareja, porque ella cree que necesita nuestra ayuda. Él ya no sabe qué creer, pero afirma necesitar ayuda.
Por su parte, la esposa, nos dice que está a punto de perder su trabajo, que incluso ha reducido la ingesta de alimentos porque incluso, la sensación de saciedad en el estómago lo alteran mucho. Debido a esto ha perdido mucho peso y, claro, también lo interpreta como un síntoma de cáncer terminal. La última vez que acudió al médico terminó con una discusión. Nos cuenta que la situación es insostenible y que necesita ayuda antes de perder su trabajo e incluso, perder su matrimonio.
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